El Consejo de Ministros ha aprobado el anteproyecto de ley del Estatuto de las Personas en Formación Práctica no Laboral en el ámbito de la empresa (“Estatuto del Becario”), un paso adelante para acabar con la precariedad que afecta a miles de jóvenes.
Desde CCOO Enseñanza valoramos esta medida como un avance necesario en la dignificación de las prácticas formativas.
Durante años, las prácticas se han normalizado como una “mili laboral”: jornadas interminables, remuneración mínima o nula y tareas equivalentes a las de trabajadores con contrato. Este Estatuto viene a poner fin a esa situación, reconociendo que las prácticas son formación real, no trabajo barato, y garantizando derechos básicos y protección social para quienes aprenden trabajando.
Principales mejoras del nuevo Estatuto del Becario
El texto introduce avances históricos que dignifican la figura de las personas en prácticas y aseguran su carácter educativo:
- Alta en la Seguridad Social para todas las personas en formación práctica.
- Compensación obligatoria de gastos de transporte, manutención o alojamiento.
- Tutorización formativa garantizada, con límites máximos de personas por tutor.
- Protección frente a acoso, violencia y tareas peligrosas, con plena aplicación de la Ley de Igualdad.
- Derecho a descansos, vacaciones y ausencias justificadas (enfermedad, cuidado, consultas médicas).
- Acceso a los mismos servicios que el resto del personal del centro (comedor, descanso, aparcamiento, etc.).
- Carácter gratuito de todas las prácticas: nadie deberá pagar por formarse.
- Compatibilidad con la protección por desempleo y reconocimiento de cotizaciones.
- Lucha contra los “falsos becarios” y las prácticas fraudulentas que encubren empleo.
El Estatuto se aplicará a todo el sistema educativo: Formación Profesional, enseñanzas artísticas y deportivas, formación para el empleo y universidad.
Compromiso de CCOO Enseñanza
Es necesario el incremento de la inversión del sistema educativo, así como en las condiciones de los docentes para que de este modo las prácticas formativas sean una herramienta justa, de aprendizaje real y con igualdad de oportunidades.
La juventud trabajadora necesita que la calidad educativa y las condiciones laborales dignas no sean un lujo, sino un derecho garantizado.
