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Viernes, 09 Marzo 2012 12:38

Mujeres jóvenes, precariedad y reforma laboral

Las jóvenes nos ponemos en lucha contra una reforma laboral que acentúa nuestra vulnerabilidad ante un mercado de trabajo discriminatorio y patriarcal.

En este tiempo juventud significa vivir de milagro y no saber que pedirle al futuro. Existen una serie de instrumentos que nos sitúan, como mujeres jóvenes, de una manera diferencial en el mercado laboral: en los márgenes, como mano de obra barata y a menudo hipercualificada.

Las becas fraudulentas, los contratos a tiempo parcial, las horas extraordinarias obligadas, el trabajo gris, la autoexplotación como falsas autónomas, el empleo basura de las ETT, el paro. Ser joven puede significar no haber tenido nunca un contrato decente, no haber figurado en las estadísticas de empleo, no haber tenido acceso a los mecanismos de seguridad social.

Como mujeres jóvenes no podemos permitirnos comprar una casa, no tenemos acceso al crédito ni al alquiler social. Observamos que la sociedad carga nuestros cuerpos de mujeres jóvenes de mensajes ambivalentes: nuestros cuerpos se cosifican, se mercantilizan y se utilizan como reclamo sexual. Unos cuerpos obligados a consumir y a ser consumidos. Dice Santiago Alba Rico[1] que la juventud es el lugar hacia donde todo el mundo mira: la juventud como imagen dominante en la publicidad, en los deportes, en el arte y la cultura. Nunca entes había habido un culto tan grande a la juventud y sin embargo nunca antes el sistema socioeconómico nos había tratado con tanto desprecio.

Como mujeres jóvenes estamos integradas en un sistema educativo que se privatiza, pierde calidad y se aleja de la calidez. Un sistema educativo que nos impone la competición incesante y la movilidad constante para alcanzar el nivel apropiado de empleabilidad. Somos también conscientes, las mujeres jóvenes, que el sistema educativo reproduce a menudo las roles de género patriarcales que determinan la división sexual del trabajo por la que se nos impone la responsabilidad de los cuidados y la reproducción social. Una carga de trabajo que justifica la segregación ocupacional y esa incorporación diferencial al trabajo productivo de la que antes hablábamos: trabajos más precarios y peor valorados, menores ingresos, bases más bajas de cotización, pensiones mínimas, acceso limitado a la seguridad social.

Nosotras también somos conscientes de que como mujeres jóvenes estamos atravesadas por múltiples violencias cotidianas: en las casas, en las calles, en el arte, en el lenguaje, en el trabajo. Sufrimos violencia cuando los medios de comunicación nos exhiben como objetos accesorios de carácter sexual. Violencia cuando no nos dejan elegir sobre nuestro cuerpo y sexualidad. Violencia es obligarnos a ser flexibles, polivalentes, responsables, entregadas, sonrientes y elegantes en cualquier lugar. Violencia es convertirnos en el punch donde descargar la frustración de un concepto de masculinidad que entra también en crisis en el momento actual.

Las mujeres jóvenes estamos en todos lados, en las plazas, los bares, las universidades, las casas, las oficinas, los laboratorios, los trabajos, las estructuras políticas y sindicales. Estamos enriqueciendo todos esos lugares con nuestro trabajo, nuestras prácticas, saberes, deseos y cuidados. Somos parte de ese nuevo sujeto social llamado "precariado" que sirve a los intereses del capitalismo financiero globalizado poniendo a su disposición todas las facetas de la vida. Desarrollamos todo tipo de trabajo precario, flexible, invisible e infravalorado. Realizamos el trabajo sexual, doméstico, de atención, de escucha. Realizamos trabajos especialmente provechosos para el capitalismo y el patriarcado. Trabajos especialmente desprotegidos donde no penetran ni los convenios colectivos ni la protección social y la salud laboral.

La reforma laboral agudiza la precariedad de nuestras vidas

Las mujeres jóvenes queremos y debemos combatir, desde nuestras realidades, la nueva reforma laboral porque agudiza la precariedad de nuestras vidas. En primer lugar, el Real Decreto Ley 3/2012 crea el "contrato indefinido para jóvenes emprendedores" que en realidad es un nuevo contrato peor que los temporales y eventuales que conocemos ya que impone un período de prueba de 1 año durante el que se podrá despedir a los trabajadores y trabajadoras sin indemnización y ni preaviso. Este contrato perjudica especialmente a las mujeres jóvenes ya que podrá ser aplicado por empresas de menos de 50 trabajadores donde la presencia femenina es mayoritaria.

En segundo lugar, el RDL permite la realización de horas extraordinarias en los contratos de tiempo parcial. Esto supondrá una mayor explotación de las mujeres (recordemos que 2/3 del empleo a tiempo parcial es femenino) que deberán hacer las horas extraordinarios que imponga el empresario, lo que además dificultará la conciliación y el desarrollo del trabajo de cuidados.

En tercer lugar, denunciamos que la nueva reforma laboral restringe el permiso por lactancia a uno solo de los progenitores, a la vez que los convenios colectivos podrán establecer los criterios y términos de la reducción de jornada por cargas familiares en función de las necesidades productivas y organizativas de la empresa.

Queda claro, de igual manera, que el Real Decreto-Ley de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral no establece ningún incentivo concreto para la creación de contratos indefinidos de inicio para mujeres, ni tampoco establece ningún mecanismo para el desarrollo de la igualdad material entre hombres y mujeres tal y como se señala en nuestra norma constitucional.

Por todo ello, las mujeres jóvenes nos ponemos en lucha contra una reforma laboral que además de injusta e ineficaz acentúa nuestra vulnerabilidad ante un mercado de trabajo discriminatorio y patriarcal. Porque no queremos vivir de milagro, porque queremos poder diseñar nuestro futuro, porque queremos enriquecer la lucha sindical.

Porque somos mujeres jóvenes…

Porque somos precarias y sabias

Porque sufrimos violencias específicas pero somos valientes.

[1] Prólogo del Libro "Juventud sin Futuro". Barcelona, Icaria Editorial, 2011

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