La Consejería de Educación vuelve a arremeter contra la profesionalidad de los docentes filtrando datos de las oposiciones con fines bastardos. La reciente publicación por la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid de unos resultados parciales de las oposiciones a maestro en 2011 se inscribe en la campaña que vienen sosteniendo sus responsables para desprestigiar a los docentes y más concretamente a los docentes funcionarios que imparten enseñanzas en los centros públicos.
Detrás de esta polémica, atizada desde los medios de comunicación, se pretende atacar la profesionalidad de nuestros profesores en un momento en que éstos se encuentran saturados de trabajo como consecuencia de los recortes educativos que han abarrotado de alumnos las aulas de los colegios e institutos, empeorando así la calidad de la educación. Por lo arriesgado de sus funciones y la complejidad de su trabajo el profesorado merece el apoyo y el reconocimiento en el ejercicio de su tarea, de hecho según la última encuesta del CIS lo tiene por parte de la sociedad aunque este apoyo brille por su ausencia cuando se manifiestan Figar o Wert.
Pero lo más sorprendente es que esa misma Consejería es la que ha suprimido la red de centros de formación permanente del profesorado y ejecuta una prueba externa, estándar, contra el alumnado de enseñanza obligatoria rechazada por la gran mayoría de los expertos y por la comunidad educativa. Una prueba carente del más mínimo rigor pedagógico y científico, pero que la Consejería de Educación madrileña utiliza con objetivos abiertamente propagandísticos para embaucar a la opinión pública.
La polémica desatada a raíz de la filtración de los datos sobre las oposiciones se corresponde con el perfil de docente por el que apuestan los actuales responsables de la política educativa, para quienes la formación inicial del profesorado se reduce a la acumulación de conocimientos meramente memorísticos con el fin de que luego los transmitan al alumnado para que éstos a su vez los memoricen también.
Se trata de un modelo pedagógico desfasado y completamente desautorizado por los expertos y especialistas internacionales en formación inicial del profesorado, pero que encaja en el tipo de educación promovido por el Ministerio y por la Consejería, como se deduce del anteproyecto de la LOMCE y que se resume en una vuelta a los lejanos tiempos de las lista de reyes godos y de los ríos de España, y todo ello en la sociedad del conocimiento y de las más avanzadas tecnologías de la información.
Independientemente de las turbias motivaciones que han originado esta polémica absurda la Federación de Enseñanza de CCOO, consciente de que el sostenimiento del sistema educativo se funda en la confianza en el docente y en su capacidad profesional, viene apostando desde hace tiempo por la necesidad de iniciar un debate serio y riguroso sobre la formación inicial de los futuros docentes con vistas a su posible mejora a fin de adaptarla a los requerimientos culturales y tecnológicos de una sociedad muy cambiante y cada vez más plural, en la que si algo no tiene cabida es el modelo de enseñanza memorística preconizado por el actual equipo del Ministerio de Educación encabezado por el ministro Wert.
Para la FECCOO el reto que tiene por delante la formación del profesorado está en responder qué profesionalidad docente necesita la sociedad del conocimiento. En la actualidad la docencia debe de ser una de las pocas profesiones, tal vez la única, donde existe una significativa distancia entre los contenidos de la formación y las exigencias para el desempeño del trabajo.
En este reto es imprescindible la participación de la universidad, que tiene mucho que aportar desde su experiencia y siempre desde el respeto a su autonomía, algo que no parece importar mucho a la Consejería de Educación de Madrid.