No estamos en un año cualquiera ni en una situación cualquiera. Este 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer debe ser especialmente reivindicativo. El país se encuentra inmerso en una profundísima crisis económica y estamos en manos de las políticas neoliberales de los dirigentes europeos y de los mercados financieros. Esta crítica situación, que nos ha situado al borde de la recesión económica, tiene en el punto de mira a los trabajadores y trabajadoras como grandes afectados por las medidas aprobadas tanto por el gobierno estatal como los gobiernos autonómicos.
Históricamente, las mujeres han tenido mayores dificultades a la hora de acceder al mercado laboral, algo que desgraciadamente no ha cambiado mucho. En el cuarto trimestre del 2011, el paro femenino alcanza ya el 23,3%. Del mismo modo, sobre las mujeres trabajadoras pesan diferencias salariales, aún realizando el mismo trabajo que los hombres, situándose en estos momentos en un 22%. Las desigualdades de género en el mercado laboral nos llevan a denunciar que las mujeres sufren las mayores tasas de temporalidad y contratos a tiempo parcial; segregación ocupacional; grandes dificultades en la promoción; menores prestaciones por desempleo, etc.
Este 8 de marzo será nuevamente una jornada de movilización y reivindicaciones por la igualdad de género en el empleo y en la sociedad. Las mujeres trabajadoras son mayoría en el sector educativo. Ante los ataques que está sufriendo la educación, uno de los pilares del Estado del Bienestar, las docentes, las educadoras, las administrativas, las cocineras, las limpiadoras, las monitoras….están impulsando las movilizaciones sociales convocadas por CCOO en todo el Estado en defensa del derecho a una educación pública y de calidad.
Los recortes en el ámbito educativo en las comunidades autónomas afectan a la calidad de la enseñanza de las futuras generaciones y a los derechos laborales conquistados tras años de lucha: limitación en el uso del derecho a la reducción de jornada; finalizaciones de contrato sin derecho al cobro de los meses de verano; reducciones salariales en caso de enfermedad común; y cambios en la aplicación del derecho a la acumulación de lactancia en el personal interino.
Del mismo modo, la reforma laboral aprobada por el Gobierno del Partido Popular es discriminatoria por razón de sexo y frena el avance hacia la igualdad entre mujeres y hombres en el empleo. Pero lo peor es que se modifican los derechos y prestaciones para la conciliación de la vida familiar, laboral y personal al reformar el artículo 37 del Estatuto de los Trabajadores, relativo al permiso de lactancia y la reducción de jornada.
Es un atentado a la conciliación de la vida laboral y familiar de hombres y mujeres que la concreción horaria y la determinación del período de disfrute del permiso de lactancia tenga limitaciones por necesidades productivas y organizativas de las empresas. A esto hay que añadir la obligación de reducir la jornada de forma diaria, lo que supone una intromisión absurda e innecesaria en los acuerdos negociados entre empresas y sindicatos.
Igualmente la reforma laboral permite al empresario la modificación unilateral y sin necesidad de arbitraje, de hasta un 5% de la jornada, así como del salario y del lugar de trabajo. En definitiva, estamos ante una desregularización del mercado de trabajo y una negación del derecho a la negociación colectiva.
Es imprescindible que las mujeres que trabajan en los diferentes sectores del ámbito educativo sigamos liderando las movilizaciones contra los recortes en el sector, defendiendo unos servicios públicos de calidad y garantes de la imprescindible cohesión social. Hoy más que nunca debemos mostrar nuestra disconformidad con una reforma laboral injusta, ineficaz e inútil para impulsar el acceso de las mujeres al trabajo, mantener nuestros derechos laborales y salariales y permitir la necesaria conciliación familiar y laboral.
Esther Muñoz
José Campos
José Campos